HOSPITAL DE QUEILEN
Mucho se ha hablado en estos días de que la salud publica esta en crisis. A muchos políticos se les ha abierto su hambre de figuración preocupándose del tema, pidiendo la cabeza de las autoridades y paseándose por las frías y viejas salas de los Hospitales públicos. Por otro lado, aparecen otros culpando a nosotros los médicos, de esta crisis. Personalmente prefiero no buscar a los responsables, prefiero seguir buscando alternativas para aquellos que sufren las consecuencias de la pérdida de tiempo de esta inútil discusión mediática: los enfermos.
Chile, ese país de grandes carreteras, de buenos vinos, de hermosos parajes que inspiran al agente secreto más famoso de la historia, es cuna de una de las peores distribuciones de la riqueza en el mundo. Es evidente que esto se hace realidad en cada una de las actividades diarias de los seres humanos, y la Salud es una de ellas.
Quiero hacer mi análisis desde la experiencia personal, de aquella que vengo construyendo desde que entre a la Universidad, la que se construyo pasando por los Hospitales de Coronel, Lota, Naval de Talcahuano, Los Angeles, Talca, Constitución y Queilen, y por los Consultorios La Leonera de Chiguayante y de la rural Curanipe. Pero especialmente mi análisis será con mi experiencia en el Hospital de Queilen, en la Isla de Chiloé.
La epidemiología de Chiloé no dista mucho de los que sucede en el resto del país. Sin embargo enfermarse en Chiloé no es lo mismo que enfermarse en Puerto Montt o en Santiago. La falta de resolutividad de los consultorios y de los Hospitales pequeños acompañados de la falta de especialistas y de tecnología en los centros de mayor complejidad, hace que los chilotes tengas que buscar soluciones fuera de la isla o en el mundo privado. Y ni siquiera en el mundo privado de la isla pueden solucionar sus dolencias. La falta de especialistas en alarmante, no existe actualmente oftalmólogo en la isla. Situación aun más grave al considerar la cantidad de patologías oftalmológicas que forman parte del cuestionado plan AUGE. Y así los pacientes tienen que salir de la isla para ver un especialista lejos de su tierra. Primero a Puerto Montt, y si aquí no pueden solucionar su problema a Osorno, Valdivia o incluso Santiago. Entienden ustedes lo que significa para un abuelo de campo chilote, salir de su casa, dejar a sus animales, para ir lejos en busca de una solución a su problema, que muchas veces no encuentra en una visita al especialista.
Maruja Ruiz tiene hipertiroidismo. Vive en el sector de Alqui de la isla de Tranqui. Demora aproximadamente 3 horas de navegación en llegar a Queilen. En Chiloé no existen endocrinólogos, por lo que sus controles los tiene que llevar en Puerto Montt. Debe tomarse cada cierto tiempo un examen de sangre de pruebas tiroideas para evaluar su tratamiento con dos tipos de medicamentos: propintiuracilo y propanolol. El laboratorio más cercano es el del Hospital de Queilen y el del Buque Patrullero Médico Dental Cirujano Videla. En el Hospital de Queilen solo se puede tomar el examen el día lunes, ya que solo aceptan las muestras en el laboratorio del Hospital de Castro el día lunes. El buque no tiene la posibilidad de tomar este examen. Así mismo, el propintiuracilo no forma parte de la canasta básica de medicamentos que se pueden pedir los Hospitales de baja complejidad al Ministerio por lo que estos hospitales tienen que comprarlos con recursos propios para cubrir las necesidades de los pacientes, a veces sin autorización de los jefes. La señora Maruja no entiende mucho de esta burocracia del sistema, solo tiene claro que tiene que tomar sus medicamentos para poder sentirse mejor. Se entristece cuando no están o cuando se da cuenta que tiene que ir hasta Valdivia para hacerse un examen en donde yodo le tienen que poner.
El tema de la Salud publica esta en crisis, pero no esta en crisis ahora, lleva en crisis mucho tiempo. Cuando quienes gobiernan este país entiendan que se deben mejorar las condiciones económicas de los funcionarios de la salud, se debe mejorar la dotación de personal no médico, se deben generar estímulos económicos y profesionales para que los especialistas vayan a regiones, que el discurso de mejorar la atención primaria debe ser real y no solo un discurso para el 21 de mayo, que además se debe tener mano dura con los malos funcionarios y guante de seda con quienes lo hacen bien, pero por sobre todo cuando las decisiones en Salud se tomen con argumentos técnicos y no políticos, podremos tener la esperanza de que esto cambiara.
