miércoles, octubre 31, 2007

SEGUNDOS DIEZ




La vida transcurría entre el colegio, el fútbol y la casa. Por aquel colegio de orientación católica, pero no de aquella conservadora, sino de la marcada diferencia de los curas holandeses de la congregación. El ambiente del establecimiento educacional marco definitivamente aquel sentido de ayuda social que acompañara por siempre a Gonzalo.



El fútbol fue siempre compañero de fines de semana. Sino era la televisión, solo nacional en aquella época, era en la cancha defendiendo los colores del San Juan Evangelista. El sentido de equipo, la pasión del camarín, el orgasmo del gol y el profundo espíritu de sana competitividad se cultivaron por años en el alma y las piernas del muchacho.



En la casa, había que rendir como hermano mayor, como alumno y como hijo. Había que acostumbrarse a la aunsencia paterna, ausencia cada vez más sentida pero cada vez más cotidiana. Acostumbrarse carácter fuerte materno, y a la exigencia emocional autoimpuesta.



Con el pasar de los días, los meses y los años, el cuerpo comenzó a cambiar, los intereses dejaron de ser los autitos, los monos de Heman o los comics. Empezó el gusto por la música, la noche y las mujeres. Sin dejar de lado nunca a la pelota.



El sentir la música como algo propio venia en su sangre, su abuelo paterno fue violinista, sus tíos maternos músicos en el exilio, por lo que las tonadas latinoamericanas con voces revolucionarias fueron los primeros sonidos que escucho. Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Pablo Milanes y otros sonaban en el viejo tocadiscos. Así mismo el rock de los 60 y 70 como Los Beatles y Queen. En la época de la adolescencia todo comenzó con el rock argentino con grupos como Soda Stereo, Virus o GIT. También existían los chilenos como Los prisioneros, Valija Diplomatica, Engrupo, UPA! y otros.



La relación con el sexo femenino paso a ser más que una competencia un atractivo buscarse. Mucho más tarde confeso ser más bien tímido en sus inicios con el sexo femenino. Veía con admiración a aquellos pares que tenían éxito al acercarse al sexo opuesto. La curiosidad por besar, acariciar y tocar se hacían cada vez más fuertes. El colegio, al ser mixto, le daba la posibilidad de relacionarse con mujeres de su par. Las primeras mujeres en gustarle fueron sus propias compañeras. La primera fue aquella chiquita, de pelo castaño, con quien años después formo una excelente pareja de baile, ganando en dos oportunidades la competencia del colegio. Nunca fueron novios. Nunca probó sus labios.



En este afán buscador del sexo femenino, un día se acerco aquella rubia mayor, de cuerpo increíble, labios carnosos y demasiado deseada por todos como para hacerla sentir inancanzable. Se acerco para invitarlo a participar en una jornada de reflexión juvenil llamada EJE, es decir, Encuentro de Jóvenes con el Espíritu. Al principio sonó algo relacionado con lo eclesiástico por lo que no lo entusiasmo mucho, sin embargo no pudo negarse ante los azules ojos de aquella soñada mujer, sin sospechar que aquel encuentro seria de vital importancia para soltar a aquel individuo que no pudo salir en el ambiente colegial.


La noche fue compañera de adolescencia. El alcohol, las largas caminatas, los arranques de los pacos y el apedreo de los rivales fueron pasajes de fines de semana bajo el oscuro techo de la noche. Caminando cuadras buscando la música y tratando de entrar en casas desconocidas de desconocidos en busca de aventura, mujeres y un buen carrete que contar el día lunes en el colegio. Así conoció a muchos y muchas, muchos y muchas que ya olvido y que es probable que también lo olvidaran. La noche y la calle lo vieron crecer, equivocarse y acertar.


4° medio. Quedaba poco para irse. Para dejar de ser un pinguino. Las notas comenzaron a ser una competencia en contra de si mismo y de aquel deseo de estudia medicina en la misma escuela que sus padres. Sin embargo no podía contra aquel tremendo sentimiento de apatía que le producía la responsabilidad de ser mejor que sus padres. La mediocridad profesional lo seducía más como una forma de enfrentarse a la imagen de profesional exitoso que le producian sus padres. Una especie de revancha sin sentido e inconsiente.
Y llego la famosa Prueba de Aptitud Académica. Luego de un año de preuniversitario en el Pedro de Valdivia de Bilbao, que en realidad fue como un paseo más que como un aula de aprendizaje, el fracaso de un puntaje inferior al necesario para ser un estudiante de medicina de la norte.

¿Y que hacer? ¿Entrar a Agronomía en la Chile o volver a intentarlo?. Ahí por primera vez escuchó a su madre, a aquella voz que aun le cuesta escuchar, al instinto materno que siempre tiene razón aunque cueste reconocerlo. Y entro nuevamente a preuniversitario y a estudiar guitarra en la Escuela Moderna de Música.

Gran año, gran carrete pero lleno de responsabilidad por saber que era su oportunidad de ser quien siempre quiso ser: médico.

Comió, bebió y fumo más de lo que pudo. La sicodélia, la inconciencia, el temible lado desconocido de las drogas, alcohol y rock and roll fueron puntos de partida de cada día, de cada momento de ese año. Increíble, inolvidable, irrepetible. Todo mezclado con la idea de lograr un objetivo que era el más importante.

Nueva prueba, nuevo fracaso. Quizás peor que el anterior. Gran prueba de aptitud pero las notas del colegio no lo acompañaron. ¿Que hacer?. Y así surgió la posibilidad de ir a Concepción a una universidad privada, la primera de regiones que daba medicina. Tremendo desafío, igual lo seducía salir de Santiago pero a una universidad tradicional no a experimentar. Igual lo tomo. Y no se arrepiente. Llego a tener la convicción de que los buenos médicos se hacen solo y la formación universitaria depende de un 50%. Si quieres ser bueno depende de ti, no de los que te forman. El que es inteligente sabe a quien imitar.

No puede dejar de sentirse menoscabado frente a aquella tradicional historia universitaria que se encargaba de refregarle en el rostro que era de universidad privada. Cosa que en su profundo sentimiento social izquierdoso teñido de rojo le producía tremenda contradicción. Siguio adelante a pesar de aquel incomodo sentimiento siempre con la esperanza de ser uno más de ellos. Al menos durante ese primer año. Empezó su era de universo, de apredizaje de vida. La pensión de Colo-Colo con Barros, pleno centro penquista se transformo en su primer refugio. Pieza fría de familia calida. No se queja nunca de aquella vieja mujer que aprendió a saludar diariamente como su familia. Hasta a casamientos fue invitado.

Asi fueron sus segundos diez.


viernes, octubre 12, 2007

DIEZ PRIMEROS

9 de Octubre de 1977. En la sala de partos del Hospital José Joaquín Aguirre una pareja de internos de medicina inician la dura tarea de ser padres. El, hijo de padre médico y madre dueña de casa, era el único hombre de 3 hermanos, dos de ellas mujeres. Ella, hija mayor de 7 hermanos de padre técnico agrónomo y madre dueña de casa. Además la única de la familia que decidió quedarse en Chile luego del 11 de septiembre de 1973. Toda su familia, que vivía en Punta Arenas, tuvo que salir con destino a Dinamarca huyendo de la represión militar.


Mientras en la clandestinidad un grupo de estudiantes realizaba un homenaje al cumplirse los 10 años del asesinato del Che Guevara, el entorno de amigos de esta pareja iniciaba la celebración del nacimiento del primer niño de aquel compacto grupo de futuros médicos. Fue un parto normal sin incidentes por lo que el niño quedo con su madre de inmediato, mientras él padre salía con un compañero de carrera a darle la noticia a todos los compañeros de curso. El niño mucho tiempo después se enteraría que aquella noche su padre se paseo por varias casas de amigos anunciando el nacimiento de Gonzalo Ernesto, acompañando a la noticia con un buen vaso de alcohol. Al otro día va al hospital a visitar a su mujer y a su recién nacido hijo, y a pasar la caña de la celebración. Primera historia que contar para el novel individuo.




Los dos primeros años de vida fueron entre la Escuela de Medicina, el mítico casino de la Laurita y la casa del centro de Santiago. Una vez que sus padres terminaron la carrera decidieron ser consecuentes con la idea de ser servidores públicos y se destinaron como médicos generales de zona al pueblo de Curanilahue. Ahí se forjaron los primeros recuerdos del niño. Los cuentos que su padre le contaba al hacerlo dormir, inolvidables personajes que recorrieron su imaginación y fueron transmitidos al cerebro del pequeño. La jirafa Pirula, el elefante Tun-Tun y el Ratón Sin Cola rellenaban el previo sueño del niño. Fue en las tierras del carbón donde le dijeron un día que iba a tener un hermano. Así se iniciaron los viajes con su madre a Concepción para hacer sus controles prenatales. Ahí aprendió de ella la sensibilidad, el conocimiento de las letras y comió aquellos panes con queso derretido que nunca más pudo saborear. El 20 de Agosto de 1979 nace su hermano Manuel Enrique, con una enfermedad que lo mantiene hospitalizado por largos días en el Hospital Higueras. Es quizás la primera gran pena de Gonzalo Ernesto, sus cortos casi 2 años no permitían entender porque su madre ya no estaba solo para él.

Quizás una de las cosas que más quedo en el recuerdo fue la labor de sus padres. Los recuerdos de batas blancas, salidas de noche a atender a los heridos de la explosión de la mina, y claro, aquel edificio que se convirtió en la segunda casa, el Hospital.


Un día cualquiera, sin que recuerde algún aviso, vino un camión gigante y se llevo todas sus cosas a la gran ciudad de Santiago. Sus padres volvían a la capital para hacer su beca de especialización. El seguiría cirugía y ella pediatría. La llegada a Santiago fue extraña porque era todo demasiado grande e impersonal. Comenzó a relacionarse con sus abuelos paternos. Los fines de semana en casa de los abuelos comiendo comida china y regaloneados por el cariño del Tata y la Lela. Fijo en su cabeza quedo la imagen del tata sentado en la mesa del comedor jugando cartas solo. Por horas.

Y vino el momento de entrar al Colegio. El elegido fue el San Juan Evangelista, colegio católico pero que respeto la opción de los padres del ateismo. Además se caracterizo por recibir a muchos hijos de los primeros retornados del exilio. El primer día de clases fue tremendo. El llego con el típico delantal blanco que usaba en la escuela de Curanilahue. Fue ahí cuando recuerda su primer gran ridículo: todos sus compañeros usaban cotona café claro. Era el único del colegio que usaba bata blanca. Años después sus compañeros recordaran aquel día y la impresión que les dio su madre quien lo fue a dejar a la misma sala de clases con un poncho mapuche y un cintillo con trenzas en el pelo. Desde ese minuto quedo bautizado por toda etapa escolar como el Huaso Cárdenas.




El año 1984 nace la primera hermana de la familia, la Claudia Alejandra. El eligió el nombre de la hermana recordando a su primer amor de pequeño del jardín infantil. La menor nació también con un problema de salud por lo que también su madre le dedico primordial atención. Eso tampoco logro entenderlo a esa edad.

Los años en Santiago continuaron entre el colegio, los cacerolasos y los días de protesta. Sus padres trabajaban mucho y los niños quedaban en cuidado de la nana. Yanet era una mujer de confianza, dejo su natal Laraquete para ir a la capital con sus patrones.


Es por esos años en que por primera vez desde al año 73 que sus abuelos maternos y un tío vuelven a Chile. Es el primer recuerdo de aquellos desconocidos personajes que fácilmente aprendió a querer y a extrañar.


Conoció la pena de la muerte en septiembre del año 1987. Se despertó en cama de sus padres con su madre al lado. "Niños el tata a fallecido". El funeral fue la primera vez que vio a su padre llorar, estaba tomado de la mano de él, y la apretaba con fuerza, como queriendo transmitirle al amor que no podía decirle en palabras. Día negro.



Ese mismo año, en el mes de diciembre ocurrió un hecho que marco el resto de sus días. Luego de haber alojado en casa de un amigo compañero del colegio, el padre fue a buscar a Gonzalo para llevarlo de regreso a su casa. Al llegar ambos padres juntaron a los 3 niños en la pieza de ellos. Ahí él hablo por los dos y les contó que habían decidido separarse. Gonzalo se dio cuenta mucho antes que es lo que iba a escuchar y estallo en llanto. Una vez terminada la conversación, vio alejarse a su padre con dos bolsas negras en sus manos para no verlo regresar jamás a vivir con ellos.

La vida continuo entre la pena de su madre, la mezcla de rabia, sensación de abandono y los fines de semana compartido, uno con su madre y otro con su padre. Si antes de que se separaran veía poco a su padre ahora la presencia paterna se redujo a los fines de semana cada 15 días. Junto a su hermano hacia su pequeño bolso comprado especialmente para la ocasión y metía adentro toda su ropa y todas sus frustraciones que no atrevía a decir a su padre. Se acumularon por años en aquel bolso.


Asi pasaron los 10 primeros años de vida.

domingo, octubre 07, 2007

PORQUE OTRA SALUD ES POSIBLE


Chiloé se apronta a tener un Servicio de Salud Autónomo. Ante ello, un grupo de personas y Organizaciones Sociales de la Provincia de Chiloé, con el apoyo de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social –ALAMES SUR PATAGONIA- invitamos a la comunidad a participar en este proceso, opinando acerca de la forma en que queremos que se oriente la salud en nuestra provincia y solicitando a las autoridades que informen a las organizaciones y comunidad acerca de la propuesta que se tiene para la conformación del Servicio de Salud Chiloé, que se inicia el 1 de enero de 2008.

Nuestra propuesta es pensar en conjunto, entre la comunidad, organizaciones sociales y representantes gubernamentales y no gubernamentales el modelo de salud para Chiloé.

A partir de hoy estamos iniciando en todas las comunas esta invitación a soñar y pensar en una salud distinta, por lo que los invitamos a trabajar en su grupo más cercano acerca de sus necesidades y propuestas para la salud de Chiloé.
Provincialmente nos reuniremos el sábado 24 de noviembre a las 11.00 hrs. en el Centro Cultural Comunitario de Castro en el Primer Foro Social Provincial de Salud de Chiloé, donde pondremos en común los temas que se hayan conversado en cada comuna para ir construyendo en forma colectiva propuestas y líneas de acción para la salud provincial.