Los recuerdos tienen tonos rojos con ritmos de cacerolazos, toques de queda y dias sin ir al colegio. La ansiedad por la visita del Abuelo se hacia evidente, aún para mi, un niño de 7 años. Todo porque era una parte de mi familia que no conocia, que eran fotos, historias y por sobre todo la incognita figura que tuvo que salir de Chile por pensar diferente, y de toda su familia. Era el año 1984, y aquellos que fueron exiliados regresaban por primera vez a Chile luego de 11 años, y se rearmaba la familia. El día era un fin de semana, el escarabajo verde se llenaba de mariscos, verduras y frutas para recibir a los parientes de Dinamarca. Fue el primer contacto con aquel viejo, politico a la antigua, ideologo y luchador.
Y comenzaron las historias, como aquella mientras caminaba junto a Allende por La Moneda y de pronto Sergio Loguercio De Nicola cae al suelo desde una escalera abajo, mientras el ex-presidente lloraba de la risa. O aquella fuga el fatidico 11 de septiembre de 1973, trepando la embajada de Italia. O historias de guerrilla nicaraguence junto a los hombres verde olivo. Historias de luchas sociales, de hombres comprometidos con su idea, consecuentes, rojos y verdes, de mentiras vestidas de uniforme, de paises lejanos, frios, sin mariscos, vino o pisco.
La vida hizo sentirme parte de ti, tu apellido lo llevo con orgullo, tu consecuencia ideologica se transformo en un ejemplo, tu risa en un apoyo, tus visitas un agrado, tu rabia una causa común.
Abuelo, soy y sere tu sangre, dentro y fuera. Soy y sere una parte de ti en este mundo. Porque tu lucha es mi lucha, porque tu rabia es mi rabia, porque tu nieto esta orgulloso de ser tu nieto.
Descansa en paz, que en la tierra queda tu semilla sembrada en la sangre de los Loguercio chilenos.
