EL BUZO

Hoy pude conocer en carne propia la rutina de muchos con los que convivo diariamente. Hoy pude darme cuenta lo cansador que puede ser el trabajo de otros. Hoy pude sentir yo mismo el sacrificio de muchos que decidieron poner sus vidas en el mar diariamente. Hoy me convertí en buzo.

El primer gran trabajo fue ponerse el traje. Aquella negra piel de goma que logra de verdad mantener la temperatura corporal cuando estas jugando entre burbujas, peces, algas y pequeños seres sacados de cualquier película de extraterrestres. Una vez disfrazado, me lance al agua con una mezcla de miedo, ansiedad y curiosidad. Y cuesta, cansa, comienzan a doler los oídos en la medida que bajas. Y tuve que parar. Me quede inmóvil en medio de la nada, mirando cuan lejos estaba del ruido y el aire. Mientras miraba a mi compañero buzo, como bajaba y bajaba, mis oídos me pedían no seguir.

De un rato a otro ya no dolían, y decidí seguir bajando. Y llegue al fondo para descubrir un mundo nuevo, silencioso, oscuro, solitario, confuso. Todos aquellos seres si no arrancaban, se ponían en posición de defensa. ¡¡¡¡¡¡¡¡Que ganas de decirles que solo quería mirarlos!!!!!!!!! Que no se arrancaran, que solo estaba de visita. Y asi nade alrededor de 20 minutos, me perdí maravillado, seducido por los platillos plateados que subían buscando libertad, por aquel fondo lleno de vida, por aquel suelo verde, por aquel silencio.

Y salí al mundo de aire nuevamente, me temblaban las piernas, me di cuenta lo cansado que estaba, y lo mucho que me gritaban los oídos, que aún me duelen.

Pero a pesar del dolor, a pesar del frío, volvere.