
Se me hizo eterna la espera de las 12 de la noche. Aproveche de leer, escuchar música y escribir un rato. Otro solo pensaba, mientras dormitaba. Sali en dirección a la Barraca Freedoom, un bar al lado de la playa y que es famoso por estos lados por sus fiestas Reggae. Camine por una peatonal de 3 cuadras llena de bares repletos de italianos tratando de seducir a alguna negra con sus euros, para llegar al final y bajar por una quebrada hacia la playa. De pronto ante mi una de esas fiestas de playa que uno ve en las peliculas o suenha en sus anhos de carrete juvenil. Al ritmo de la música Reggae un centenar de personas bailando alrededor de una fogata de troncos de palmera. Rastafaris de todos los colores de piel, mujeres hermosas, varios idiomas, turistas, todos moviendose al ritmo de la música y tomando una serie de brebajes tropicales de Guarana, Caipirinhas por doquier y por sobre todo un extranho tipo de cigarro de olor caracteristico. Es evidente que al poco rato me sumergi en este mundo, al principio con timidez, para terminar bailando y disfrutando del amanecer brasilero al son de Bob Marley.